Alternativa
Gustavo Mares
Las dos primeras novilladas en la Plaza México han generado gran cantidad de comentarios.
Gracias a la magia del internet, resulta sencillo para cualquier persona subir a la red un comentario y que este pueda llegar a millones de usuarios.
Llama la atención que muchos toreros, unos en activo y otros retirados, le han atizado muy fuerte a los chavales que se han presentado en el coso grande.
Critican que si les faltó esto o aquello, que si fue un triunfo legítimo o por el contrario benévolo. Lo mismo sucede con el trapío de los novillos.
Muchos de esos comentarios, hechos por personas que visten o vistieron de luces, parecen realizados más desde el fondo de la amargura que por un auténtico deseo de aportar algo valioso al lector.
Justo es mencionar que hogaño ‘el horno no está como para bollos’. Es decir, existe una clara crisis en el renglón de los novilleros por la falta de oportunidades que las empresas le dan a la sangre nueva de la torería.
Querer ver en el ruedo de La México a un novillero que llega con cinco novilladas y exigirle como si fuera un diestro que suma más de cien festejos al año es imposible.
La empresa capitalina está echando mano de lo que tiene, de lo que hay. Si en escenarios de provincia no dan festejos menores, es lógico que los matadores de toros en ciernes no lleguen con la experiencia requerida.
Muchos, como Badillo, Luna y Rizo, quienes ya han cortado orejas, han tenido que cambiar el sitio y el oficio, por una afición desmedida porque no tienen más remedio, es el único camino por el que pueden transitar.
Leer a toreros con alternativa, ahora en retiro o que poco le interesan a las empresas, criticar a estos chavos con saña no aporta nada a la tauromaquia y por el contrario, demuestran que viven con una amargura difícil de quitar.
A los novilleros que están actuando en la Plaza México hay que tazarlos en su justa medida, sin ponerles de más, pero tampoco quitarles.
En el renglón de los trofeos, los jueces deberán ser muy atinados para saber conceder los trofeos, pues una oreja bien concedida, tomando en cuenta la trayectoria taurina del torero, puede ser un aliciente extraordinario para fomentarle la afición y hacerle que continúe en la brega.
Por el contrario, poner trabas y más trabas para una oreja que de inicio pide el público, puede hacer que el torero se desanime y busque otros caminos, como ha venido sucediendo en los últimos años.
Es menester que todos los que participen activamente en la celebración de festejos novilleriles, valoren en su justa medida a los novilleros.
Dicen que ‘ni tanto que queme al santo…’.
Para concluir, la pregunta de la semana: ¿qué equipo de trabajo de un torero se está desmoronando por caprichitos personales de sus integrantes?
Comentarios: tavomares@hotmail.com