Por: Luis Mejía @luismejial
Que tal querido lector, les saludo muy cordialmente en este espacio que se me brinda.
Ciertamente estas últimas semanas, México ha atravesado por momentos difíciles, vergonzosos y muy dolorosos.
Como mexicano, me uno y pido la pronta resolución de los hechos sucedidos en Ayotzinapa.
Lo que no concibo y repruebo son los múltiples actos de violencia que han envuelto a nuestra Nación. Es verdad que desde el sexenio pasado y el inicio de este, han existido movimientos de desprestigio hacia las instituciones y más aún de vandalismo que van recorriendo las calles de nuestro país. Era de esperarse que este acontecimiento les cayera como “anillo al dedo”, casualmente.
¿Cuántos de ellos conocerán la Constitución ya que claman justicia? Por qué lo pregunto, pues porque he escuchado que se basan el artículo 39 de nuestra constitución que dice:
“La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”
Alterar o modificar la forma de gobierno, no quiere decir que perjudiques a terceros ni que lleves a cabo actos vandálicos que manchen, destruyan o laceren la propiedad nacional. Lo quiere decir es que exijas tu derecho a cambiar los actos en que se rige un gobierno, sea del partido que fuere. Pero en la actualidad tal pareciera que protestar y manifestarse por algún tema en específico ha sido catalogado a ser lo mismo que vandalismo.
Todos los mexicanos, esperamos que los 43 normalistas aparezcan, pero la realidad es que el Gobierno Federal no los desapareció, raptó, mató o cualquiera que sea la situación.
No es un crimen de Estado, ni el presidente Peña Nieto es el responsable de ello. Es un crimen en el cual deben de ser capturados los verdaderos responsables y deben de pagar por dichos actos.
Calificar estos hechos como crimen de Estado es un vivo acto de ignorancia, ya que sólo se le ha culpado y satanizado a Peña Nieto, como si él hubiese ido a secuestrar a los 43 jóvenes.
A esas voces que claman justicia, no escucho que griten o digan alguna consigna contra José Luis Abarca y esposa, que hablen de los grupos de narcotráfico que imperan en Guerrero y que original, coherente y realmente son los verdaderos causantes de esta tragedia. ¿Acaso ya se olvidaron de ellos? ¿Cuando existe un problema por pequeño que sea, no hay voltear a ver la raíz? Ciertamente que sí, pero con el paso del tiempo tal pareciera que es otra la intensión de todas estas movilizaciones.
La renuncia de Peña ¿resolvería las cosas? Obviamente que no, si vemos las cosas como son, la salida de Calderón de los Pinos no resolvió la ola de violencia que nos heredó, así que dudo mucho que la salida de Peña haga aparecer a los 43. Como dijo un amigo, sería lo mismo que si despidiera al médico por estar enfermo de cáncer en fase terminal y no haberme curado.
Los problemas no se resuelven por arte de magia, más bien con hechos. Hay una frase de un conocido personaje que dice: “Hacer las cosas cambia las cosas, no hacer nada, deja las cosas como están”. Cambiar a Peña no resuelva el problema, dejarlo hacer su trabajo, por falta de hechos que este pareciera, sí lo resuelve.
Ya lo dijo Enrique Krauze: He visto infinidad de manifestaciones en contra del Presidente de la Republica, pero una manifestación en contra de los verdaderos criminales ¿cuándo la veré?
Es incoherente exigir un estado de derecho, cuando esos mismos que lo piden no respetan las leyes ni a terceros. Gracias a estos, se han visto manchadas todas aquellas marchas o manifestaciones pacíficas que pudieran haber existido en la sociedad mexicana.
Y claro, muy en lo personal, me llama mucho la atención lo calladito y quieto que está López Obrador y su séquito ¿será que les gusta estar detrás del telón? Acaso aquel que es raíz de todos estos movimientos ¿no tiene nada que decir? ¿o es un floor manager que le gusta ver su producción? No lo sé, pero un personaje de grito, berrinche y manoteo como este, no puede estar tan quieto.
Repito, soy mexicano, tengo mi forma de pensar igual, parecida o distinta a muchos, pero deseo que esto llegue a buen término y pronto por el absoluto bien de México.
P.D. Al padre Priego no hay quien lo siente y le de una pastilla de apartidista, ya que hace muchas declaraciones muy inclinadas al partido azul, primero salió defendiendo a Acción Nacional cuando el famoso video escándalo diciendo que no habría que irse encima del PAN sino de regular los “lugares pecaminosos”; después habló de la alianza PRI-PVEM-PANAL tachándola de errónea y casi lacerante a la sociedad; la más reciente es su inconformidad a que PAN-PRD vayan en alianza ya que sus principios políticos no se los permiten e incluso dirigentes de ese partido que antes avalaban dicha alianza recularon a favor de las palabras de Priego. Si mal no recuerdo el señor Arzobispo Jesús Carlos fue claro al decir que la Iglesia no tomaría postura ni inclinación a ninguna ideología política, a lo mejor al padre Priego no le llego el memo y cumple con la función de vocero propio, porque de la Iglesia esa no es su postura.
Por el momento, es hora de volver a quedar con la mente en blanco.